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viernes, 30 de julio de 2010

MEDICINA BIOLÓGICA Dr. Germán Duque Mejía: JOHANN WOLFGANG VON GOETHE



Aufrichtig zu sein kann ich versprechen unparteiisch zu sein aber nicht. Maximen und Reflexionen.
Puedo prometer ser sincero pero no imparcial. Máximas y Reflexiones.

Nombre: Johann Wolfgang von Goethe
Nacimiento: 28 de agosto de 1749
Fráncfort del Meno, Hesse, Alemania
Defunción: 22 de marzo de 1832 (82 años)
Weimar, Turingia, Alemania
Ocupación: Poeta, Novelista, Dramaturgo, Filósofo de la naturaleza, Diplomático, Funcionario público
Nacionalidad:   Alemana
Período: Romanticismo
Movimientos: Sturm und Drang, Clasicismo de Weimar
Obras notables, por ejemplo: Fausto, Las cuitas del joven Werther, Los años de aprendizaje de Wilhelm Meister, Las afinidades electivas
Cónyuge: Christiane Vulpius

Influido por Desplegar
Johann Wolfgang von Goethe (n. 28 de agosto de 1749, en Fráncfort del Meno, Hesse, Alemania – 22 de marzo de 1832, en Weimar, Turingia, Alemania) fue un poeta, novelista, dramaturgo y científico alemán que ayudó a fundar el romanticismo, movimiento al que influenció profundamente. En palabras de George Eliot fue "el más grande hombre de letras alemán... y el último verdadero hombre universal que caminó sobre la tierra". 

Su obra, que abarca géneros como la novela, la poesía lírica, el drama e incluso controvertidos tratados científicos, dejó una profunda huella en importantes escritores, compositores, pensadores y artistas posteriores, siendo incalculable en la filosofía alemana posterior y constante fuente de inspiración para todo tipo de obras. Sus ideas acerca de las plantas y la morfología y homología animal fueron desarrolladas por diversos naturalistas decimonónicos, entre ellos Charles Darwin. Su apellido da nombre al Goethe Institut, organismo encargado de difundir la cultura alemana en todo el mundo. 

Biografía
El propio Goethe narró su vida en un libro autobiográfico, Poesía y verdad (1811 y ss.), que llega hasta el año 1775.

Nació en Fráncfort del Meno (Frankfurt am Main), hijo de Johann Caspar Goethe, un abogado y consejero imperial que se retiró de la vida pública y educó a sus hijos él mismo, bajo la máxima de no perder el tiempo en lo más mínimo, y de Katharina Elisabeth Textor, hija de un antiguo burgomaestre de Frankfurt. Estas vinculaciones familiares le pusieron en contacto desde el principio con el patriciado urbano y la vida política.

De inteligencia superdotada, y provisto de una enorme y enfermiza curiosidad, hizo prácticamente de todo y llegó a acumular una omnímoda o completa cultura. Primeramente estudió lenguas, aunque sus inclinaciones iban por el arte y nunca, a lo largo de toda su vida, dejó de cultivar el dibujo; al tiempo que escribía sus primeros poemas, se interesó por otras ramas del conocimiento como la geología, la química y la medicina.

Goethe estudió Derecho en Leipzig (1765); allí conoció los escritos de Winckelmann sobre arte y cultura griegas, pero una grave enfermedad le obligó a dejar los estudios en 1768 y volver a Frankfurt; Katharina von Klettenberg, amiga de su madre, le cuidó y le introdujo en el misticismo pietista, que ponía su énfasis en el sentimiento dentro de la confesión protestante; por entonces compuso sus primeros poemas. Retomó los estudios en 1770 en Estrasburgo y los concluyó al año siguiente; esos dos años allí fueron muy importantes para él: conoció a Friederike Brion, que le inspiró la mayoría de sus personajes femeninos, y trabó amistad con el teólogo y teórico del arte y la literatura Johann Gottfried von Herder. Herder le introdujo en la poesía popular alemana, le descubrió el universo de Shakespeare y le liberó definitivamente del Neoclasicismo francés y de la confianza en la razón de la Aufklärung alemana.

Vuelto de nuevo a Fráncfort, escribió la tragedia Götz von Berlichingen (1773) y al año siguiente su novela Las cuitas del joven Werther (1774) y colaboró con Herder en la redacción del manifiesto del movimiento Sturm und Drang («Tempestad e ímpetu»), considerado el preludio del Romanticismo en Alemania: Sobre el estilo y el arte alemán (1772). En esta obra se reivindica la poesía de James MacPherson (Ossian) y de Shakespeare.

La inspiración del Werther le venía de mediados de 1772, cuando, mientras era practicante como abogado en el tribunal de Wetzlar, se enamoró de Charlotte Buff, la novia y prometida de su colega, por esa época también jurista practicante, Johann Christian Kestner. Concomitantemente, un joven jurista atormentado por un amor no correspondido se suicidó utilizando una pistola prestada por Kestner. Estos dramáticos hechos hicieron que Goethe abandonara finalmente Wetzlar e inspiraron en 1774 la composición de la novela, en parte epistolar. Las desventuras del joven Werther tuvo un éxito tan grande y representó tan bien en la figura del protagonista el desencanto de las jóvenes generaciones que suscitó una epidemia de suicidios adolescentes en el país.

En la primavera de 1775 Goethe se comprometió con la hija de un banquero de Frankfurt, Lili Schönemann, compromiso que debido a incompatibilidades sociales y de estilo de vida de las respectivas familias no llegó a concretarse en matrimonio. Este noviazgo terminó en el otoño de ese mismo año.

Entre 1772 y 1775 escribió además los dramas Clavijo (1774) y Stella (1775). Mientras, intentaba abrir con poca fortuna en Frankfurt un bufete de abogado, y como además había roto su compromiso de matrimonio con Lili Schömemann, no dudó en 1775 en aceptar la invitación a la Corte de Weimar de Carlos-Augusto, heredero del ducado de Sajonia-Weimar, y marchó hacia allá prácticamente huyendo de las dos cosas, de la abogacía y del compromiso sentimental.

Entró al servicio del príncipe heredero Carlos Augusto y fijó su residencia en Weimar ya hasta su muerte. Las tareas que éste le encomienda le hacen abandonar prácticamente la literatura durante casi diez años. Allí Anna Amalia, madre de Carlos Augusto, que había empezado a crear un círculo de intelectuales con el preceptor de su hijo, Wieland, lo amplió al incluir en él a Goethe y posteriormente Herder y Friedrich von Schiller; fugazmente pasaron también por allí Jakob Michael Reinhold Lenz y Friedrich Maximilian Klinger. Goethe pasa de ser consejero secreto de legación (1776) a consejero secreto (1779) y finalmente se convierte en una especie de ministro supremo.

Inicia en esa época sus investigaciones científicas. Interesado por la óptica, concibió una teoría distinta a la de Isaac Newton sobre los colores y también investigó en geología, química y osteología, disciplina esta última en que descubrió el hueso intermaxilar en marzo de 1784, que pone una de las primeras piedras en la teoría de la evolución del hombre, aunque en esto se le adelantó por muy poco un anatomista francés, lo que le supuso una gran frustración. Las cartas a Charlotte von Stein dan fe de esta época de su vida, envuelta en todo tipo de encargos y gestiones para reformar el muy pequeño y humilde estado de Weimar.

Desde un puesto tan importante tuvo la oportunidad de relacionarse con la alta aristocracia y conoció a personajes notables, como Napoleón Bonaparte, Ludwig van Beethoven, Friedrich von Schiller y Arthur Schopenhauer. En 1782 fue añadida la partícula von a su apellido por el mismo Duque Carlos Augusto pese a las protestas de la nobleza, para formar parte de la Corte con un cargo equiparable al de los restantes ministros, pertenecientes todos a ella.

Ingresó en la Masonería el 11 de febrero de 1783, aunque según el escritor masónico Lorenzo Frau Abrines, la fecha de su ingreso es anterior, el 23 de junio de 1780, dentro de la efímera logia Amalia, que abatió columnas dos años después. En 1830, dos años antes de su muerte, Goethe compuso un poema titulado Para la fiesta de San Juan de 1830, en ocasión de celebrarse su cincuentenario como miembro de la masonería. A su condición de masón y a su paso por la Masonería, así como a otras aficiones que al parecer cultivó, se atribuye influencia en su obra, especialmente en Fausto.

Por otra parte, seguía profundizando en el estudio del teatro de William Shakespeare y de Pedro Calderón de la Barca, algunas de cuyas obras (por ejemplo, El príncipe constante de Calderón) hace representar con éxito como encargado del teatro en la Corte de Weimar; en estas funciones empezó a cartearse con Schiller. 

Las lecturas teatrales de estos autores amplían notablemente los horizontes de su espíritu. Le domina además el entusiasmo ante la falsa poesía céltica de Ossian y escribe un famoso monólogo del gran dios del Romanticismo, Prometeo, que personificaba el genio rebelde de los creadores y del cual se sintió justamente orgulloso:

Fue como la mecha que provocara el estallido que descubrió y sacó a plena luz las más secretas condiciones de hombres dignos. (Poesía y verdad, lib. XV).



Así fue en efecto, en lo referido al movimiento conocido como titanismo, uno de cuyos más preclaros representantes fue Giacomo Leopardi. Merced a Goethe, Weimar se convirtió en el auténtico centro cultural de Alemania; allí compuso poemas inspirados por Charlotte von Stein y empezó la redacción de sus obras más ambiciosas, como sus dramas Ifigenia en Táuride (1787) Egmont y Fausto, que luego revisaría a fondo tras la profunda impresión que recibió en su trascendental viaje a Italia (1786–1788), que cambió su desequilibrada estética romántica por el equilibrio clásico. Empezó en Venecia, donde compuso sus Epigramas venecianos, y terminó en Roma, donde estudió la cultura grecolatina a fondo; de esta época son sus Elegías romanas. El viaje a Italia supone el comienzo de su periodo clásico.

Sin embargo, a su regreso a Weimar en 1788 se encuentra una gran oposición a su nueva estética; es más, se forma un cierto escándalo cuando llega a divulgarse que desde ese mismo año vive amancebado con una jovencita, Christiane Vulpius (1765–1816), que le dio al año siguiente un hijo, Julius August Walther von Goethe (1789–1830); cuatro abortos sucesivos posteriores inducen a creer que entre ambos había incompatibilidad de grupos sanguíneos, en aquella época desconocida. Goethe legitimó a su único hijo en 1800.

 No abandonó completamente su pretensión de labrarse una carrera científica. En Zur Farbenlehre, 1810, intentó refutar con poca fortuna la teoría de los colores de Newton. En el primer volumen de esta obra se halla la que es sin duda la primera historia comprensiva de la ciencia.

Dirigió el Teatro ducal entre 1791 y 1813 y con motivo de este cargo conoció en 1794 al dramaturgo Friedrich von Schiller, con el que sostuvo una luenga amistad y cierta correspondencia epistolar hasta la muerte de éste en 1805. Schiller publicó las hasta entonces inéditas Elegías romanas de Goethe en su periódico, Las Horas, en 1795. También imprimió la novela Los años de aprendizaje de Wilhelm Meister (1796) y la novela en verso Hermann y Dorothea (1798). Schiller incitó a Goethe a que prosiguiera en la gran obra de su vida, el Fausto, poema que no paraba de corregir y ampliar y cuya primera versión apareció en 1808. Desde dos años antes se hallaba ya casado con Christiane Vulpius, quizá para acallar a quienes criticaban su estilo de vida. El hecho más importante quizá de esta época de su vida es su entrevista en Érfurt con Napoleón I en 1808, cuando el ejército francés ocupaba parte del territorio prusiano en el marco de las guerras Napoleónicas.

La Revolución francesa supuso para Goethe un gran trastorno; algunos de sus epigramas venecianos ya tratan este tema, pero como su pensamiento se hallaba por completo imbuido del equilibrio y armonía del clasicismo y veía el ser como una totalidad orgánica a partir de la filosofía de Kant, el desarrollo de la revolución y el cambio provocado por la violencia le parecían una atrocidad. Eso se plasmó en algunas obras de entonces, como la colección de novelitas breves Conversaciones de emigrados alemanes (1795), la obra épica Germán y Dorotea (1797) y la tragedia La hija natural (1799 y ss.). Algo después aparecen las novelas de madurez: Las afinidades electivas (1809) y Los años de peregrinaje de Wilhelm Meister (1821, revisado en 1829), así como un diario de su viaje por Italia, Viajes italianos (1816), su autobiografía Poesía y verdad en varias entregas (1811–1833) y un poemario, Diván de Oriente y Occidente (1819), donde se deja sentir algo el influjo de la poesía oriental. Goethe murió en Weimar el 22 de marzo de 1832. La versión final de su gran poema coral Fausto apareció póstuma ese mismo año.

En cuanto a su carrera literaria, Goethe la inició en el seno de un exasperado Romanticismo deudor del Sturm und Drang, cuya obra más representativa se encargó de escribir él mismo: Las cuitas del joven Werther. El viaje a Roma supuso para él ir arrinconando esa estética en una evolución que le hizo al cabo renegar del Romanticismo e identificarse con el equilibro clásico grecolatino, lo que puso fin a su tormentosa vida interior. Fue esa la revelación del Clasicismo, verdadera raíz con la que podía identificarse la cultura alemana. «Ahora comprendo el sentido del mármol», escribirá en una de sus Elegías romanas.

De ese viaje por Italia son fruto también los Epigramas venecianos, entre los cuales hay algunas meditaciones profundas sobre la contemporánea Revolución francesa o el significado de la vida y de la cultura. La postura política de Goethe es sin embargo conservadora: «prefiero la injusticia al desorden», escribirá. Eso le supuso algunos recelos por parte de otros artistas a los que no les importaba en lo más mínimo no acordarse con su contexto social, como por ejemplo Beethoven. En las dos versiones de su complejo y grandioso Fausto se encuentra el último mito que fue capaz de engendrar la cultura europea, el de cómo la grandeza intelectual y la sed omnímoda de saber pueden, sin embargo, engendrar la miseria moral y espiritual. Por otra parte, en la lectura y estudio de Spinoza encuentra también un consuelo al desequilibrio romántico que le embargaba, como cuenta en Poesía y verdad, donde se extiende en comentar especialmente su frase de que «quien bien ama a Dios, no debe exigir que Dios le ame a él».

Goethe disfrutó ya en vida de fama, respeto, prestigio y admiración. Delacroix le retrató en una litografía en 1827, aparte de ilustrar Fausto y Götz von Berlichingen. Por ello, fueron muchos los jóvenes de su época que quisieron conocerlo en persona o, cual se suele pedantescamente decir: vera effigies. Por otra parte, su secretario, Eckermann, anotaba cuidadosamente sus conversaciones con el maestro a lo largo de los años y escribió unas Conversaciones con Goethe, donde aparecen reflejadas las opiniones que en sus últimos años sostuvo sobre esas visitas y también sobre todo lo divino y lo humano.


Fausto 

La mejor obra dramática de Goethe es sin duda el Fausto, que ha pasado a ser una obra clásica de la Literatura Universal. La primera versión, el Urfaust o Fausto original, estaba acabada en 1773. Pero el autor la siguió retocando hasta 1790; ya en abril de 1806 estaba completo, pero las guerras napoleónicas demoraron dos años la publicación hasta 1808; la segunda parte sólo sería publicada en 1833, un año después del fallecimiento del autor. La primera parte de esta compleja tragedia se articula en torno a dos centros fundamentales; el primero es la historia de cómo Fausto, fatigado de la vida y decepcionado de la ciencia, hace un pacto con el diablo que le devuelve la juventud a cambio de su alma; el segundo es la historia de amor entre Fausto y Gretchen, que Mefistófeles manipula de forma que Fausto llegue al homicidio - mata al hermano de su amada - y Gretchen tenga un embarazo indeseado, que le conduce primero al infanticidio y luego a ser ejecutada por asesinar a su hijo.

La historia de Fausto se inspira, como muchas leyendas, en hechos ciertos. Existió un tal Johann Faust que nació hacia 1490 en el sur de Alemania y se doctoró en la Universidad de Heidelberg en 1509. Tras dejar la universidad, emprendió una vida de aventuras marcada por una huida constante a causa de las múltiples acusaciones de brujería que se le hicieron. Dejó una biblioteca que incluía libros de medicina, matemáticas y magia negra. Esta pintoresca vida dio origen a la leyenda popular, aprovechada por autores de piezas de títeres y marionetas, y había servido además para inspirar leyendas populares. El primer libro sobre este mito se editó en 1587 por parte de Johannes Spiess, quien, en su prólogo, advirtió que había omitido referir fórmulas mágicas para evitar que quienes tuvieran el libro fueran acusados de brujería. Otros libros y libretos teatrales trataron el tema del pacto con el diablo para lograr el dominio sobre la naturaleza: en el teatro de títeres de los siglos XVI y XVII, la historia se cerraba siempre con los demonios llevándose a Fausto, pero Goethe alteró este argumento haciendo que se salvara Gretchen al final de la primera parte, anticipando la salvación de Fausto al término de la segunda, cuando los demonios que quieren llevarse su alma tienen que retirarse ante la llegada de una legión de ángeles. Además Goethe cambia el impulso que mueve a Fausto: el deseo que lo acercaba a la brujería no es codicia, maldad o vagancia, sino el ansia de saber, el deseo de grandeza, de plenitud, de totalidad. La moraleja que acaso tenga la obra será que ese deseo de conocimiento conlleva la miseria moral.

La obra ha sido interpretada modernamente por Walter Benjamin y también por Klaus Mann, quien, en su novela Mephisto, concibe el pacto con el diablo como una metáfora del pacto de Alemania con Hitler.

Obra literaria:
•          El capricho del enamorado (1767), comedia en verso de un acto.
•          Los cómplices (1768), tragedia en verso.
•          Götz von Berlichingen (1773), drama.
•          Las cuitas del joven Werther (Die Leiden des jungen Werther, 1774).
•          Clavijo (1774), drama.
•          Stella (1775), drama.
•          Ifigenia en Táuride (1787), drama en prosa, del que hizo anteriormente una versión en verso yámbico.
•          Egmont (1788), drama.
•          Torquato Tasso (1790), drama.
•          Elegías romanas (Römische Elegien, 1795), poemario.
•          Los años de aprendizaje de Wilhelm Meister (Wilhelm Meisters Lehrjahre, 1796), novela.
•          La novia de Corinto (1797), poema.
•          Hermann y Dorothea (1798), idilio épico en verso.
•          Fausto, Primera Parte, (1807).
•          Las afinidades electivas (Die Wahlverwandtschaften, 1809), novela.
•          Poesía y verdad, Parte I (Aus meinem Leben: Dichtung und Wahrheit), autobiografía (1811).
•          Viaje a Italia (Italienische Reise, 1816).
•          Diván de Oriente y Occidente (Westöstlicher Diwan, 1819), poemas.
•          Los años de peregrinaje de Wilhelm Meister (Wilhelm Meisters Wanderjahre, oder Die Entsagenden, 1821), novela.
•          Fausto, Segunda Parte, póstuma (1832).
•          Poesía y verdad, Parte II (Aus meinem Leben: Dichtung und Wahrheit), autobiografía (1833).

Obra científica 

Morfología 

El pensamiento científico de Goethe, como el literario, es también muy original. Aunque a menudo ha sido considerado como uno de los representantes más destacados de la Naturphilosophie, en realidad su producción científica se sitúa a caballo entre el romanticismo y el clasicismo, desmarcándose, por ejemplo, de los excesos especulativos de Schelling. La morfología de Goethe se construye en torno a dos conceptos nucleares: el tipo y la metamorfosis:

•          En lo que concierne al tipo, destacan sus trabajos sobre el hueso intermaxilar, cuya existencia demostró común a todos los vertebrados. Este fue un descubrimiento fundamental, pues demostraba la existencia de un tipo osteológico común a todos los vertebrados.
•          El concepto de metamorfosis fue desarrollado en el campo de la morfología vegetal. Según la teoría goethiana, todos los órganos florales de las plantas son variaciones de una forma original de donde se derivan por metamorfosis.

En La metamorfosis de las plantas (Versuch die Metamorphose der Pflanzen zu erklären), publicada en 1790, Goethe presenta todas las estructuras vegetales como variaciones de la hoja, entendida como una estructura ideal. Goethe comienza con los cotiledones, a los que considera hojas imperfectas. Estos últimos, bajo la influencia generativa y cada vez más refinada de la savia, se metamorfosean en los sépalos, los pétalos, los estambres y los pistilos. De este modo, todos los órganos vegetales se conciben como apéndices idénticos, variedades de un apéndice vegetal abstracto, que difieren entre sí por su forma y grado de expansión.

TEORÍA DE LOS COLORES
Teoría de los colores (título original en alemán: Zur Farbenlehre - ISBN 8489882088. ISBN 9788489882089) es un libro escrito por Johann Wolfgang von Goethe en 1810. Contiene algunas de las primeras y más precisas descripciones de las sombras coloreadas, la refracción y el acromatismo/hípercromatismo.


Espectro luminoso según la teoría de Goethe. Cuando un haz de luz está rodeado de oscuridad, encontramos tonos amarillo-rojizos en la parte superior, y azul-violáceos en la parte inferior. El espectro con el verde en el centro aparece solo cuando los bordes violáceos se superponen a la parte roja-amarilla.



Cuando un haz de oscuridad está rodeado de luz, encontramos tonos azul-violáceos en el borde superior, y amarillo-rojizos en la inferior. Cuando los bordes se solapan, aparece el magenta en el centro.

Muchos filósofos y físicos, entre los que se encuentran Arthur Schopenhauer, Werner Heisenberg, Ludwig Wittgenstein y Hermann von Helmholtz quedaron fascinados por la teoría de Goethe. Mitchell Feigenbaum estaba convencido de que Goethe estaba en lo cierto. Su influencia se extendió al mundo del arte, en especial a la obra de J. M. W. Turner. Turner la estudio e hizo referencia a la teoría en los títulos de muchas de sus obras (Bockemuhl, 1991).
Goethe consideró que su propia teoría era una explicación más general, y que las observaciones de Isaac Newton eran casos especiales dentro de su teoría. La obra de Goethe no recibió mucha aceptación entre la comunidad física de la época normalmente no se trata en los trabajos modernos de historia de la ciencia. Los físicos han aceptado, sin embargo, que hay que distinguir entre el espectro óptico tal y como lo observó Newton y el fenómeno de la percepción humana. Los descubrimientos acerca del modo en el que el cerebro interpreta los colores, por ejemplo la constancia de color y la teoría retinex de Edwin Land tienen muchas similitudes con la teoría de Goethe—particularmente su énfasis en el brillo y el contraste como factores determinantes de la percepción del color.

“Cuando el ojo ve un color se excita inmediatamente, y ésta es su naturaleza, espontánea y de necesidad, producir otra en la que el color original comprende la escala cromática entera. Un único color excita, mediante una sensación específica, la tendencia a la universalidad. En esto reside la ley fundamental de toda armonía de los colores”.Goethe, Teoría de los colores, p. 317

Teoría de los colores no sólo rompe radicalmente con las teorías ópticas newtonianas de su tiempo, sino también con toda la metodología de la ilustración concerniente al reduccionismo científico. Aunque la teoría no fue bien recibida por los científicos, Goethe—considerado una de las figuras intelectuales más importantes de la Europa moderna—endó que su teoría del color era su mayor logro. Teorizadores holísticos y científicos como Rupert Sheldrake todavía nombran la Teoría de los colores como un ejemplo inspirador de la ciencia holística. En la introducción del libro destaca la filosofía de la ciencia única de Goethe.

viernes, 23 de julio de 2010

MEDICINA BIOLÓGICA Dr. Germán Duque Mejía: ALEXANDER VON HUMBOLDT



Alexander Von Humboldt
Nacimiento: Berlín, 14 de septiembre de 1769
Fallecimiento: 6 de mayo de 1859
Nacionalidad:   alemán
Campo: naturalista
Alma máter: Universidad Libre de Berlín

Friedrich Heinrich de Humboldt (Berlín, Alemania, 14 de septiembre de 1769 - 6 de mayo de 1859), conocido en español como Alejandro de Humboldt, fue un geógrafo, naturalista y explorador prusiano, hermano menor del lingüista y ministro Wilhelm Von Humboldt.

Es considerado el "Padre de la Geografía Moderna Universal". Fue un naturalista de una polivalencia extraordinaria, que no volvió a repetirse tras su desaparición. Los viajes de exploración le llevaron de Europa a América del Sur, parte del actual territorio de México, EE.UU., Canarias y a Asia Central. Se especializó en diversas áreas de la ciencia como la etnografía, antropología, física, zoología, ornitología, climatología, oceanografía, astronomía, geografía, geología, mineralogía, botánica, vulcanología y el humanismo.
               
 Formación y exploración

Hijo de Alexander Georg Von Humboldt, un oficial del ejército de Federico II el Grande de Prusia, y de Marie Elizabeth Von Hollwege, heredera de una fortuna de un matrimonio anterior. Recibió educación en el castillo de Tegel, del actual distrito de Reinickendorf, Berlín y se formó intelectualmente en Berlín, Fráncfort del Oder y Gotinga. Durante su adolescencia deseaba dedicarse a la carrera militar, pero su familia lo alejó de esta inclinación. Realizó su primer viaje formativo en la primavera de 1790 y lo llevó a lo largo del río Rin hasta Holanda y de allí a Inglaterra, con lo que empezó a soñar con navegar a otros continentes. El regreso a su país lo hizo en el marco de la Revolución Francesa, lo que contribuyó al fortalecimiento de sus ideas liberales.

Estudió en la Escuela de Minas de Freiberg y trabajó en un departamento del gobierno, pero tras la muerte de su madre a finales de 1796 renunció a su carrera de funcionario público prusiano y se lanzó de lleno a sus ambicionados viajes científicos. Tenía disponibilidad de fondos económicos, fruto de su herencia, y se relacionaba con personalidades como Friedrich Schiller y Johann Wolfgang Von Goethe.

Viajó a París y planeó un viaje por África. Sin embargo, este proyecto se vio truncado, por lo que decidió partir a explorar América del Sur y Centroamérica (1799). En compañía del francés Aimé Bonpland, recorrió diez mil kilómetros en tres etapas continentales. Las dos primeras en Sudamérica, partiendo de Cumaná y Caracas, y en el Alto Orinoco, visitando La Esmeralda y el río Casiquiare. La segunda de Bogotá a Quito por los Andes, y la tercera recorriendo la Nueva España, donde obtuvo las autorizaciones necesarias para recorrer el vasto territorio, con la condición de que no revelara esa información al gobierno de Estados Unidos. Logró recopilar gran cantidad de datos sobre el clima, los recursos naturales, la orografía, la flora y la fauna de la región. En la Nueva España, se levantó, bajo su dirección, el primer censo nacional, e impresionado por la riqueza y por la forma del territorio lo calificó como "el cuerno de la abundancia".

Visitó Bogotá con el principal objetivo de entrevistarse con el botánico José Celestino Mutis, lo que le representó tener que remontar el río Magdalena y ascender por los caminos de los Andes.

Humboldt terminó sus viajes por América con una visita a Estados Unidos, donde fue huésped del presidente Thomas Jefferson, un aficionado de los estudios geográficos, en especial sobre la Nueva España, poco después México, gracias a los cuales Estados Unidos obtuvo información estratégica de la riqueza de su vecino y del estado de debilidad interior que lo aquejaba. Los servicios de Humboldt, aportados ingenuamente, fueron cruciales para avivar el deseo norteamericano por apoderarse de los territorios Mexicanos, como al poco tiempo ocurrió.

De hecho el "Mapa de la Nueva España", que a la postre apareció publicado en su "Ensayo Político de la Nueva España" (1811), era conocido y utilizado por el ejército de Estados Unidos con miras a la guerra con México.

Finalmente Humboldt y Bonpland regresaron a Europa desde Filadelfia, llegando el 30 de junio de 1804 a Francia. En París conoció a Simón Bolívar, quien solía decir que Humboldt era "el descubridor científico del Nuevo Mundo, cuyo estudio ha dado a América algo mejor que todos los conquistadores juntos". Humboldt conoció en París en 1818 al joven científico peruano estudiante en la École Royal de Mines de París Mariano Eduardo de Rivero y Ustariz, de quien fue años después su gran amigo y mentor.


El 5 de junio de 1799 salen de La Coruña a bordo de la corbeta de guerra Pizarro y 14 días después hacen escala en las islas Canarias. Retoman el rumbo hacia las Indias Españolas con dirección a La Habana y México, pero una epidemia desatada en la embarcación los hace desviarse hacia Tierra Firme y desembarcar en Cumaná el 16 de julio de ese año. Desde allí recorren la península de Araya, valle de Caripe, cueva del Guácharo, las misiones de San Fernando y otros lugares del actual oriente venezolano. Seguidamente parten hacia La Guaira, haciendo escala en Higuerote, desde donde Bonpland continúa el viaje por tierra. El 20 de noviembre llega la expedición a La Guaira y emprende marcha hacia Caracas. Allí son recibidos por el gobernador y capitán general Manuel de Guevara Vasconcelos, quien se ocupa de atenderlos.

Ya instalados, ambos viajeros (Humboldt y Bonpland) se dedican a explorar los alrededores de la ciudad y el 2 de enero de 1800 ascienden al Cerro el Ávila acompañados por Andrés Bello, quien pronto sería reconocido como El Patriarca de las Letras Americanas. Luego parten hacia los valles del Tuy y Aragua, visitan Antímano, La Victoria, Turmero, Maracay, Valencia, Guacara, Las Trincheras y Puerto Cabello. Desde allí se dirigen a los llanos centrales pasando por Calabozo y San Fernando de Atabapo. Siguen hacia el Orinoco y recorren los pueblos de misión hasta llegar a San Carlos de Río Negro. Exploran el Orinoco y sus afluentes, visitan Angostura y desde allí se dirigen por El Pao a Barcelona y luego a Cumaná, terminando así el recorrido por el territorio de Venezuela.

En términos generales, la expedición se ocupó del estudio de los recursos naturales (flora, fauna, minerales, ríos, suelo, fenómenos, etc.), así como de la observación de las costumbres indígenas y del resto de la sociedad. Bonpland fue el encargado de recolectar las plantas, la mayoría de ellas desconocidas por la ciencia de la época, y de colaborar con Humboldt en la redacción posterior de varios trabajos.


Viaje de Humboldt y Bonpland por el Nuevo Reino de Granada

En marzo de 1801 Humboldt y Bonpland regresan a Sudamérica, llegando por accidente a Cartagena de Indias, luego de que una tormenta desviara su barco.

Allí conocen a José Ignacio de Pombo, quien les narró los esfuerzos que en Santa Fe de Bogotá realizaba el sacerdote José Celestino Mutis al frente de la llamada Real Expedición Botánica del Nuevo Reino de Granada. Esto los determinó a cambiar los planes y dirigirse al interior del Nuevo Reino.

El historiador Michael Zeuske, de la Universidad de Colonia, Alemania, considera, en su tesis "Alexander Von Humboldt y la comparación de las esclavitudes en las Américas” dice;

“El primer territorio americano visitado por Humboldt que no era parte de la periferia del imperio colonial hispánico como Cumaná, Caracas, los llanos, Guayana, Parime, el Orinoco o Cuba...fue el Nuevo Reino de Granada. La Nueva Granada era un centro en el sentido de “reino”, o, mejor, “reyno”, es decir las partes del virreinato, gobernadas directamente por un virrey (en su tiempo el burócrata Pedro de Mendinueta). En cuanto a la experiencia de Humboldt en este territorio podemos comprobar tres aspectos de su viaje en real time: su predisposición de científico reformador, muy reforzada por sus experiencias en la Venezuela politizada, y su manejo de las complicadas redes de comunicación en cuanto a tres fenómenos que tenían que ver unos con otros: la revolución de Haití (que entre 1797 y 1802 ostentaba cierta estabilidad bajo Toussaint), el autonomismo de los criollos y la esclavitud”.

Sin embargo, la llegada du Humboldt apenas fue considerada por el Gobernador Regio de Cartagena de Indias, Anastasio de Zejudo, quien escribió al Virrey el 10 de abril de 1801:

“…Rieux se me presentó ayer, y en vista de lo que Vm. me dice le entregué su Pasaporte corriente, y saldrá luego p.a esa con el Prusiano Barón de Humboldt, á quién sin embargo de no haber órdenes aquí sobre el particular, le he permitido pase á presentarse á Vm., con respeto á la R.l orn [Real orden] que me manifestó, y por solo laqué [sic] le han permitido diferentes Gobernadores el uso desu [sic] comisión”.

El citado Zeuske señala: "Para los funcionarios imperiales, en la primera parte de su viaje, Humboldt no merecía una noticia en sus procederes burocráticos, con excepción de Vicente de Emparán en Cumaná. Eso se puede demostrar también con la correspondencia de Pedro Carbonell, gobernador y capitán general de Caracas: “Por aquí ninguna novedad particular; han llegado a Cumana los Correos [uno de ellos el barco que transportó a Humboldt y Bonpland – M.Z.] de Agosto y Sep.re [de 1799]...“. No da cuenta ni de la llegada de Humboldt. El gobernador de Cartagena tampoco escribe nada sobre Humboldt en ninguna de sus siguientes cartas al virrey".

Arribo a Santafé de Bogotá

"Nuestra entrada en Santafé constituyó una especie de marcha triunfal. El Arzobispo nos había enviado su carroza, y con ella vinieron los notables de la ciudad, por lo cual entramos con un séquito de más de sesenta personas montadas a caballo. Como se sabía que íbamos a visitar a Mutis, quien por su avanzada edad, su prestigio en la Corte y su carácter personal es tenido en extraordinario respeto, procuróse por consideración a él, dar a nuestra llegada cierta solemnidad, honrándolo a él en nuestras personas. Por exigencias de la etiqueta, el Virrey no puede comer en la Capital en compañía de nadie, y así nos invitó a su residencia campestre de Fucha. Mutis había mandado habilitar para nosotros una casa cerca de la suya, y nos trató con extrema afabilidad. Es un anciano y venerable sacerdote de unos 72 años, muy rico además: el Rey paga 10.000 duros anuales por la Expedición. Desde hace quince años trabajan a sus órdenes treinta pintores; él tiene de 2.000 a 3.000 dibujos en folio, parecidos a miniaturas. Excepto la de Banks, de Londres, nunca he visto una biblioteca más nutrida que la de Mutis".

"El barón de Humboldt venía a la Nueva Granada ... con el propósito de trazar el mapa de la región norte del Amazonas y comparar sus colecciones con las del botánico José Celestino Mutis. Lo que no esperaba encontrar era un equipo tan organizado de herbolarios y pintores trabajando en tan magna empresa. Con la generosidad propia de su espíritu, elogió ampliamente la obra de Mutis y enfatizó su admiración por los trabajos pictóricos. Así lo manifestó también más tarde en la correspondencia que sostuvo con Don José Celestino Mutis."


Humboldt en Cuba

Las dos estancias del barón Alexander Von Humboldt en Cuba suman en total unos tres meses: del 19 de diciembre de 1800 hasta el 15 de marzo de 1801, y del 19 de marzo hasta el 29 de abril de 1804. En ambas ocasiones estaba, en cierto sentido, de tránsito: primero camino de Venezuela a Colombia, y en la siguiente, de México a Estados Unidos.

Ello le arranca esta confesión: "Desde que el perfeccionamiento del arte de la navegación y la creciente actividad comercial de los pueblos ha acercado las costas de ambos continentes, desde que La Habana, Río de Janeiro y Senegal casi no nos parecen sitios más lejanos que Cádiz, Esmirna o los puertos del Báltico, uno duda al querer atraer la atención del lector hacia una travesía desde las costas de Caracas hasta la isla de Cuba. El Mar de las Antillas es hoy tan conocido como el Mediterráneo".

En el contexto de las Antillas, Cuba también constituye un caso excepcional: su larga tradición como lugar de asentamiento y su fuerte identidad nacional -que puede sorprender en un país que fue dependiente por más tiempo que otros-, la distinguen de otras islas y la acercan a las naciones de Europa. La Habana, ante el recién llegado de entonces, parece al mismo tiempo metrópoli y colonia. Cuba ocupa un sitio especial en la topografía imaginaria de Humboldt: como frontera geográfica entre la América del Norte y la del Sur, como eslabón imaginario entre América y Europa, como pausa necesaria en el viaje de Venezuela a Colombia y de México a los Estados Unidos…

Además, como región civilizada en comparación con los paisajes arcaicos de los llanos, de la selva y del Orinoco; como terreno relativamente familiar en medio de lo ajeno. Cuba viene a ser el espacio intermedio de Humboldt, un microcosmos de su viaje a América, en el que los más disímiles fenómenos observados parecen sintetizarse y coexistir contradictoriamente. Es considerado el "segundo descubridor" de la isla después de Colón.

Viaje de Humboldt y Bonpland por Ecuador y Perú

Alexander Von Humboldt y Aimé Bonpland al pie del volcán del Chimborazo, cuadro de Friedrich Georg Weitsch (1810).

Humboldt llega a Perú y descubre la corriente marina denominada: corriente de Humboldt. En Quito, capital de la Real Audiencia española, Humboldt es recibido por los nobles locales, entre ellos, la familia de Juan Pío Montúfar, Marques de Selva Alegre. Junto con el hijo de este, Carlos, Humboldt realizó varias ascensiones a los Andes ecuatorianos, entre ellos al Chimborazo, el nevado más alto del Ecuador. Humboldt recorrió prácticamente toda la Sierra del Ecuador, realizando mediciones de las montañas y recolectando plantas. Junto con Montúfar, viajó hacia la Nueva España y de ahí ambos pasaron a Europa.

Viaje por Nueva España (México)

El 22 de marzo de 1803 llega con una fragata española de Guayaquil (Ecuador) a Acapulco, el puerto Mexicano del Pacífico. Visita las cercanías y las describe en su diario, antes de proseguir su viaje el 29 de marzo por Chilpancingo y Taxco hasta la Ciudad de México (llegando el 12 de abril). En un México construido con las ruinas de la capital de los Aztecas, Humboldt descifra el Calendario Azteca o Piedra del Sol que fue desenterrado en la Plaza Mayor, y hace varias excursiones en los alrededores.

Por ejemplo, visita las minas de Pachuca, Real del Monte, Morán y Guanajuato y los impresionantes alcantarillados de la ciudad en Huehuetoca. Además sube el 19 de septiembre de 1803 a la cumbre del Jorullo, emergido de las entrañas de la Tierra cuarenta y cuatro años antes en el estado de Michoacán. Sus historias sobre el volcán se difunden rápidamente en Europa y atraen numerosos aventureros que quieren experimentar por sí mismos lo que ha descrito Humboldt en sus textos. El Jorullo se volvió el volcán más conocido entre los científicos.

En enero de 1804 Humboldt regresa a la alcantarilla de Huehuetoca y escribe sobre su penosa construcción, lamenta sobre todo las inhumanas condiciones de trabajo para los Indios. También se preocupa de las circunstancias en las minas coloniales, escribe un amplio informe sobre la mina de Guanajuato e intercede a favor de los trabajadores. Estuvo muy activo en la Ciudad de México, planeó perfiles geológicos, atendió exámenes del Colegio de Minería y visitó varias instituciones y eruditos. Las condiciones en las cuales encontró los institutos, las describe modélicamente ante todo debido a que blancos e indios trabajan juntos ahí.

El 20 de enero de 1804 sale del centro cultural iberoamericano y va a Veracruz. Durante su viaje mide el Popocatépetl, el Iztaccíhuatl y escala el Cofre de Perote. La medición de los volcanes es una evidente prioridad de su viaje, en particular el Pico de Orizaba, que Humboldt midió sólo de lejos; esto tiene una importancia para los navegantes que se acercaban a la costa mexicana. Más estaciones en su camino son Puebla/Cholula y Jalapa. Después de su estancia en Veracruz (18 de febrero hasta el 7 de marzo) continúa su viaje por La Habana hacia los Estados Unidos.

En agosto de 1804 – después de cinco años de viaje - Alexander de Humboldt regresa con su material científico a París y es recibido y celebrado por diez mil personas. Entusiasmó y cautivó a la gente con su curiosidad y su saber. El tiempo siguiente lo pasa en París analizando sus resultados, en 1807 se muda a esta ciudad. Luego apoya a varios científicos y artistas (entre ellos el matemático Karl-Friedrich Gauss y el músico Félix Mendelssohn Bartholdy), y aconseja al joven Werner Von Siemens con la fundación de su empresa. Los planes para su “segunda vocación en la vida”, un viaje de investigación a Asia, son obstaculizados una y otra vez.

Humboldt y Bonpland publican varias obras de manera conjunta, la más importante de las cuales es el Viaje a las regiones equinocciales del Nuevo Continente, aparecida en francés, en 13 volúmenes, entre 1816 y 1831.

Visita a Estados Unidos

El remate a la gran expedición americana fue una visita a los Estados Unidos, donde Humboldt ya era considerado como investigador y científico. Su visita fue aprovechada por el presidente Thomas Jefferson, quien lo tuvo tres semanas como "huésped" en Washington DC y Filadelfia. Además de sondear las ideas de su huésped acerca de los límites de estadounidenses con relación a los ríos Sabina o Grande y un Canal Interoceánico, Jefferson ordenó al Secretario del Tesoro, Albert Gallatin hacer copias de los mapas y otros materiales del científico.

El 19 de junio, Humboldt tuvo que pedirle a James Madison que le recordara a Gallatin la devolución de algunos de sus materiales:

 "...Siento que volveré a este hermoso país, en unos pocos años. El camino desde el Missouri hasta el Océano Pacífico será abierto. ... A través del mismo correo, le ruego recordar al Sr. Gallatin mis mapas de México".

El esclavismo en los Estados Unidos

Humboldt, crítico del sistema esclavista, se refirió a esta explotación inhumana en muchas oportunidades; una de ellas es la carta que dirigiera el 20 de junio de 1804 a William Thornton.

Resultados

Entre 1804 y 1827 se estableció en París, donde recopiló y publicó el material recogido en su expedición, contenido todo él en treinta volúmenes que llevan por título "Viaje a las regiones equinocciales del Nuevo Continente". Uno de los hallazgos derivados de sus expediciones es el estudio sobre el vulcanismo y su relación con la evolución de la corteza terrestre. Durante su estadía en el Perú y Chile, Alexander Von Humboldt pudo percatarse de la diferencia de temperaturas del Océano Pacífico en determinadas épocas del año, especialmente las aguas frías que provienen desde el sur del continente americano en su desplazamiento hasta el norte, pasando por la costa peruana. De allí comenzó a llamarse esta corriente oceánica como Corriente de Humboldt.

Diplomático "ilustrado"

En 1827 regresó a Berlín, fue nombrado chambelán del rey y se convirtió en uno de sus principales consejeros, por lo que realizó numerosas misiones diplomáticas.

Expedición a Rusia

En 1829, por encargo del zar, efectuó un viaje por la Rusia asiática, en el curso del cual visitó Dzhungaria (frontera con China) y el Altai. Durante los últimos veinticinco años de su vida, se concentró principalmente en la redacción de "Cosmos", monumental visión global de la Estructura del Universo. Humboldt es considerado uno de los últimos Ilustrados.

Tras haber gastado toda su fortuna, murió en 1859, sin dejar descendientes y sus restos fueron sepultados en el panteón de Tegel.

Poco conocido

A pesar de su amplia influencia en el mundo, la figura y la obra de Humboldt son relativamente poco conocidas en Alemania. Para dar vuelta a esta situación se han puesto en marcha varios proyectos tendentes a dar a conocer masivamente su obra en su país natal y en el mundo. La más ambiciosa es la iniciativa para construir el "Humboldt Forum", que será un Centro Cultural en el Centro de Berlín.

Por otra parte, la iniciativa del escritor alemán Hans Magnus Enzensberger pretende recuperar la figura de Humboldt como ejemplo para sus conciudadanos, que a su juicio sólo tienen presentes los personajes negativos de la historia alemana. Por ello publicó varias de sus obras (2004), entre ellas Cosmos y Ansichten der Kordilleren. La editorial Eichborn Verlag invirtió 1,5 millones de euros en el proyecto. Como parte de la campaña de divulgación de la figura del explorador, los aproximadamente 32.000 menores que estudian en escuelas que llevan el nombre de Humboldt recibieron gratis un paquete con las ediciones de Enzensberger.

Contribuciones de Humboldt a la ciencia

Esqueleto de Brachiosaurus brancai en el Museo de Historia Natural Humboldt (Museum für Naturkunde), Berlín.

Los textos suramericanos de Humboldt comprenden treinta volúmenes publicados en treinta años. Compuestos de libros científicos, atlas, tratados de geografía y economía de Cuba y México, una narrativa de sus viajes y un examen crítico de la historia de la geografía del Nuevo Continente. Humboldt escribe sus textos científicos en colaboración con otros científicos. Dedicó el volumen consagrado a geología a su amigo Goethe. En su “Cosmos”, cuyo objetivo era comunicar la excitación intelectual y la necesidad práctica de la investigación científica, describe en cinco volúmenes todos los conocimientos de la época sobre los fenómenos terrestres y celestes.

Se atribuye a Humboldt la invención de nuevas expresiones, como isodinámicas, isotermas, isoclinas, Jurásico y tempestad magnética. Desarrolló las bases de la geografía física, la geofísica y la sismología. Demostró que no puede haber conocimiento científico sin experimentación verificable.

domingo, 18 de julio de 2010

MARISOL DUQUE LIZARAZU M.D.: MEDICINA DE CUERPO Y ALMA

 Es la mezcla de la Medicina con lo Estético, y  se encuentra en una Clínica de Medicina Biológica en Bogotá, Colombia. Estética y Ciencia, se unen para dar una nueva imagen a las prácticas milenarias de las Médicas Alternativas, en la Clínica que lleva el nombre del Dr. Germán Duque Mejía.

La medicina alternativa, como su nombre lo dice, es la opción paralela a la medicina tradicional. Generalmente, la gente llega a este tipo de prácticas después de pasar por una cantidad de especialistas sin haber logrado respuestas satisfactorias.

Uno de los precursores en Colombia y Latinoamérica en impulsar los métodos alternativos y, en especial, la terapia neural, fue el doctor Germán Duque Mejía, quien introdujo estos conceptos en los años 70. Primero lo hizo desde Popayán en la hacienda familiar Los Robles y, finalmente, se instaló en Arbeláez creando la Clínica Biológica Especializada Germán Duque Mejía.

El legado de 45 años que dejó el doctor Duque lo adoptó su hija Marisol Duque, ginecoobstetra, quien lidera la clínica de Bogotá, fundada hace un año y medio, y al mismo tiempo una Fundación en Arbeláez que fue creada para realizar procesos de investigación y subsidiar la educación de niños de la región. El concepto de la clínica es único en Colombia, pues además de tratar la medicina holística, la homeopatía, la acupuntura, la terapia neural, la antroposofía, la bioenergética y el reif, entre otros, tienen un spa terapéutico desde el punto de vista médico. Allí se hacen masajes de todo tipo, se practican la reflexología y otras técnicas de relajación, limpiezas, aromaterapia, meditación y todos los servicios adicionales que se ofrecen un en spa tradicional. Por otra parte, son líderes en medicina vibracional, una forma de homeopatía energética, y en biofotónica, una técnica para desarrollar medicamentos donde se mezclan moléculas de agua con códigos genéticos por medio de fotones que activan la información a nivel molecular.

Marisol opina que la medicina es un arte y, por esta razón, decidió crear una campaña estética para promover su clínica. “En nuestra visión de la medicina el arte está en el cuerpo, en el corazón y en el alma”, asegura. En efecto, en la medicina holística no sólo se tienen en cuenta los males del cuerpo, sino que también se incluyen los aspectos emocionales y los espirituales dentro de un diagnóstico y del proceso de curación.

Mauricio Vélez, el reconocido fotógrafo, fue el escogido para desarrollar la nueva imagen de su clínica. Vino desde Nueva York para tomar una serie de fotos conceptuales y artísticas que tienen como modelos personalidades del entretenimiento, como Catalina Aristizábal, Sharik León, Xiomy, Geraldine Civic, Linda Lucía Callejas, Agmeth Scaff, Margarita Ortega, Álvaro Concha, entre otros. Todas las fotos tienen elementos de la naturaleza, como el agua, las flores, la miel y las piedras para resaltar esa comunión entre individuo y entorno  transmitiendo así relajación y balance.  Todos ellos, por razones diferentes, optaron por la vía alterna de la medicina y han utilizado los servicios de la Clínica Biológica. Geraldine Civic es una de ellas. Ha sufrido mucho por problemas digestivos y al no encontrar alivio en la medicina tradicional se dirigió a las prácticas alternativas. Ha utilizado, sobre todo, la terapia neural, la cual le parece muy efectiva, pero dolorosa, así como la limpieza energética y la inyección de sueros.

Marisol cree profundamente en la retroalimentación del arte con la ciencia. Por esta razón fusionó una clínica con un spa, un concepto que seguramente se afianzará en Colombia.
Calle 118 No. 27-31. Tel.: 629 2100.


sábado, 10 de julio de 2010

MEDICINA BIOLÓGICA Dr. Germán Duque Mejía: KIRPALAMAR, RESIDENCIA DEL DR. GERMAN DUQUE MEJÍA

MEDICINA BIOLÓGICA Dr. Germán Duque Mejía: WILHELM VON HUMBOLDT



Friedrich Wilhelm Christian Carl Ferdinand, barón de Humboldt (Potsdam, 22 de junio de 1767 – 8 de abril de 1835 en Tegel, Berlín), llamado habitualmente Wilhelm von Humboldt, y, en español, Guillermo de Humboldt, fue un erudito y hombre de estado alemán, uno de los fundadores de la Universidad de Berlín (en la actualidad Universidad Humboldt de Berlín).

Humboldt fue uno de los intelectuales alemanes de mayor y más perdurable influencia en la cultura de su país. Si su obra se contempla en relación con la de su hermano, Alexander von Humboldt, será difícil encontrar dos hermanos que hayan enriquecido su época con tal impulso investigador y tanto saber universal. Mientras que Alexander se dedicó, principalmente, aunque no de forma exclusiva, a expandir los horizontes del saber con sus estudios sobre la naturaleza y la geografía, Wilhelm dedicó sus esfuerzos a las letras, enfocando sus trabajos hacia problemas tales como la educación, la teoría política, el estudio analítico de las lenguas, la literatura y las artes, además de trabajar activamente en la reforma del sistema educativo y en la diplomacia de su nación, Prusia.

Origen y juventud

Por parte de padre, los hermanos Humboldt provenían de una familia burguesa de Pomerania. Su abuelo había sido oficial del Ejército Prusiano y había sido elevado a la nobleza por méritos militares y a petición propia en 1738. Su hijo, Alexander Georg, tras retirarse del servicio militar, fue nombrado chambelán de la esposa del heredero de la corona por Federico II de Prusia, hasta el fracaso de ese matrimonio en 1769. 

Tres años antes, en 1766, Alexander Georg se había casado con la rica viuda de origen hugonote Elisabeth von Holwede, nacida Colomb, y había conseguido el Palacio de Tegel y los terrenos circundantes a través de la esposa. En la educación de sus hijos Wilhelm y Alexander, en verano en Tegel y en invierno en la ciudad de Berlín, no se ahorraron medios.

Los padres contrataron a varias personas de renombre para la educación de sus hijos. Entre ellos Joachim Heinrich Campe y, desde 1777 y durante más de 10 años, Gottlieb Johann Christian Kunth, que coordinaba y planificaba la educación, además de supervisar a los diferentes profesores. Como preparación para su formación universitaria, los estudios incluían macroeconomía, estadística, derecho natural y filosofía. Kunth, que también había conseguido una posición de confianza en la administración de las propiedades de los Humboldt, se convirtió, tras la muerte de su patrón, en un consejero imprescindible para la viuda y también en el administrador de los bienes de los hermanos Wilhelm y Alexander. Wilhelm a cambio impulsó más tarde el ascenso de Kunth a colaborador del Barón de Stein durante la era de las reformas en Prusia y además cumplió el deseo de Kunth de ser enterrado en el panteón familiar en Tegel tras su muerte en 1829.

Con 13 años Wilhelm ya hablaba griego, latín y francés con fluidez y conocía a los autores más importantes de las correspondientes literaturas. Su enorme capacidad de estudio preocupó a menudo a las personas cercanas. En el marco de la educación preparada por Kunth, los hermanos visitaron la casa del médico Markus Herz, erudito con intereses diversos que daba clases de filosofía y física. También entraron en contacto con el salón de la esposa de Herz, Henriette Herz, por la que Wilhelm sintió una fugaz pasión. Como miembro del Bund der Freunde (Alianza de amigos) del matrimonio, uno de los muchos Tugendbund (Alianza o Agrupación moral) existentes, a la que pertenecían tanto un reglamento como una revista secreta, Wilhelm entró más tarde en contacto con Caroline von Dacheröden, que pertenecía al Bund como miembro externo y que finalmente se convertiría en su esposa.

El objetivo que la madre pretendía conseguir con esta exigente educación era la cualificación para importantes cargos de gobierno. Estaba previsto que Wilhelm estudiara Derecho y Alexander economía. Todavía bajo la tutela de Kunth, los hermanos comenzaron sus estudios en la Universidad de Fráncfort del Oder, que Wilhelm abandonó tras un semestre para matricularse en la primavera de 1788 en Gotinga.

El clasicismo de Weimar

En Gotinga se independizó de las directrices que le habían dado y siguió sus propios impulsos e intereses. En sus estudios, en vez de dedicarse al Derecho, profundiza sus conocimientos de Filosofía, Historia y lenguas antiguas y estudia con grandes maestros como Georg Christoph Lichtenberg y Christian Gottlob Heyne. En 1788 también conoce a su futura esposa, Caroline von Dacheröden. El intercambio de cartas entre los dos convirtió este matrimonio en el ejemplo a seguir en lo que se refiere a cortejo amoroso para la burguesía alemana del siglo XIX e incluso del XX.

Desde Gotinga, Humboldt realizó un viaje hacia finales de 1788 a la región del Rin y del Meno con el amigo de juventud de Goethe, Friedrich Heinrich Jacobi, en la que conoce al circumnavegador Georg Forster. En verano de 1789 vuelve a partir de viaje con su antiguo maestro Campe hacia el París revolucionario. Además de la Revolución en sí, le interesa el estado de los huérfanos de la ciudad, de la que se informa en el orfanato. 

Humboldt pasa las navidades de 1789 junto con su prometida en Weimar, donde conoce a Friedrich Schiller y Johann Wolfgang von Goethe.

A comienzos de 1790, tras terminar los cuatro semestres de su carrera, entra a trabajar a servicio del Estado y obtiene un puesto en el Departamento de Justicia, donde se amplía su educación para formar parte de la judicatura, aunque también consigue la calificación necesaria para entrar en el servicio diplomático. Ya en mayo de 1791 busca la licencia dando como excusa razones familiares. Las razones no están claras, puede que la función de juez no fuera satisfactoria para él a largo plazo, que el desarrollo de sus inclinaciones y gustos siguieran otros derroteros o que hubiera aceptado el puesto de juez solamente para lograr la aprobación de su madre y de su futuro suegro, el Presidente de la Cámara Dacheröden. Tras la boda, el 29 de junio de 1791, el matrimonio vivió en la hacienda de Dacheröden en Turingia. Allí ambos se dedicaron a profundizar sus conocimientos en griego antiguo, cultura, arte y filosofía y mantuvieron un intercambio de cartas intenso con el filólogo de lenguas antiguas de Halle, Friedrich August Wolf. Su preocupación con la antigüedad clásica le servía para «el conocimiento filosófico absoluto del hombre». El genio griego lo entendía como «ideal de aquello que nosotros mismos quisiéramos ser y conseguir».

  Wilhelm (segundo por la izq.) con Schiller, su hermano Alexander y Goethe.

Humboldt, gracias a su aprecio por los filósofos antiguos, característica de la época del neohumanismo, y sus amplios conocimientos sobre el tema, se convirtió en socio menor del clasicismo alemán (Berglar) cuando se trasladó en 1794 con su familia a Jena, donde estaba trabajando Schiller. El papel que tendrá a partir de ese momento, inicialmente frente a Schiller y más tarde también con Goethe, era el de un análisis agudo, una crítica constructiva y un consejo versado que tuvo gran influencia tanto en las baladas y el Wallenstein de Schiller, como en el Herrmann und Dorothea de Goethe.

Sobre el conocimiento idealizado de la Antigua Grecia de Humboldt y su influencia posterior en el sistema educativo alemán, Berglar comenta: «Aunque Humboldt no pueda compararse de lejos en profundidad con Goethe, en dinamismo con Schiller y en creatividad con ambos, quizás haya ejercido mayor influencia que ambos y con seguridad ha ejercido la influencia más duradera sobre el desarrollo alemán.». Hasta 1797 Humboldt mantuvo la estrecha relación con Schiller en Jena. La relación fue interrumpida en 1795/96 y terminó con la muerte de Elisabeth von Humboldt, la madre, cuyo capital pasó a manos de los hijos y los hizo independientes. Mientras que Wilhelm se ocupaba del palacio de Tegel, el hermano Alexander empleó el dinero para financiar su viaje científico a América.

Enviado de Prusia en Roma

Tras la muerte de la madre no fue posible trasladarse a la hacienda de Tegel, ya que la campaña de Italia de Napoleón convertía el lugar en inseguro. Wilhelm, junto con su familia, se trasladó a París, que todavía vivía tiempos revolucionarios, donde conoció a algunos personajes importantes de la época, como al Abate Sieyès, Madame de Staël y al pintor revolucionario David. Desde París realizó dos largos viajes en 1799 y 1801 al País Vasco (España), que se mostrarían fructíferos sobre todo en sus estudios lingüísticos del idioma vasco.

En el verano de 1801, Humboldt volvió con su mujer e hijos a Tegel, aunque sólo por un año. Ya en la primavera de 1802 se le ofreció la oportunidad de ir a Roma como enviado de Prusia ante la Santa Sede.

Sus conocimientos de diplomacia y su título de consejero diplomático habrían demostrado finalmente su utilidad. Se presentó al puesto como hombre de mundo y aristócrata, un puesto que no debía resultar muy atractivo debido a la reducción del tamaño de los Estados Pontificios tras la invasión francesa (sus territorios septentrionales habían sido transferidos a la República Cisalpina —desde 1802 República Italiana) y a que el Papa era dependiente de Napoleón en ese momento. Humboldt no estaba muy ocupado con su trabajo de representante consular de los ciudadanos prusianos, lo que le daba tiempo y oportunidad para, junto con Caroline, convertir la sede diplomática, que se encontraba cerca de la Plaza de España, en uno de los centros de la sociedad romana. Aquí, además de representantes de la curia romana, fueron huéspedes entre otros Luciano Bonaparte, todavía príncipe, Luis I de Baviera, los escultores Bertel Thorvaldsen y Christian Daniel Rauch, además del joven Karl Friedrich Schinkel, Ludwig Tieck y August Wilhelm Schlegel junto con Madame de Staël.

La fascinación que Roma provocaba en Humboldt y que justifica su estancia de seis años allí, la resume en su carta a Goethe del 23 de agosto de 1804: 

Roma es el lugar en el que, en nuestra opinión, se resume toda la Antigüedad. (...) Sin duda, la mayor parte de esta impresión es subjetiva, pero no es sólo el sentimentalismo de encontrarse donde estuvo ese o aquel gran hombre. Es una violenta fascinación que, aunque causada por una ilusión, nos arrastra a un pasado que percibimos como más precioso y elevado, una fuerza que, incluso quien quisiera, no puede resistir, porque tanto el yermo en que dejan el país sus actuales habitantes, como la increíble cantidad de ruinas atraen la vista hacia allí. (...) Pero es solo una ilusión que nosotros mismos queramos ser habitantes de Atenas o Roma. Sólo desde la distancia, separados de todo lo vulgar, sólo como pasado tiene que aparecernos la Antigüedad.

En el verano de 1805, tras su vuelta de la expedición a América, Alexander visita durante tres meses a su hermano y a su cuñada en Roma. Alexander, que ya era celebrado en Alemania como el segundo Colón, se dirige tras la visita a París para estudiar la enorme cantidad de materiales que se había traído de la expedición. Esto señala de forma clara la intensa comunicación y el vínculo de cariño entre los dos hermanos, a pesar de sus diferentes caracteres. Una imagen que puede aclarar su comportamiento y trabajo complementario es la apelación que recibieron de "dioscuros prusianos".

El reformador de la educación

La liquidación del Sacro Imperio romano-Germánico por Napoleón, la caída de Prusia en manos francesas tras la derrota de Jena y Auerstedt, así como la ocupación francesa de Berlín en 1806 encontró a Humboldt en su puesto en Roma, lo que le afectó sobremanera aunque la distancia le protegiera de consecuencias graves. En otoño de 1806 escribe al Ministro de Exteriores Karl August Príncipe de Hardenberg: 

Nunca fui orgulloso o interesado y siempre estuve satisfecho con el puesto en el país en el que vivo y al que amo, nunca he buscado ni deseado otro puesto, pero ahora me es penoso estar aquí ocioso y no poder hacer nada por la patria acosada.

Por lo visto no había un puesto para él en Berlín y Humboldt permaneció en Roma hasta octubre de 1808, cuando los Estados Pontificios habían sido invadidos de nuevo por los franceses e incorporados directamente al Imperio Francés. La vuelta a Alemania sólo fue posible tras tomarse unas vacaciones para arreglar asuntos económicos privados y para evaluar los daños en el palacio de Tegel, que había sido saqueado. A su llegada recibe la noticia de que, a consecuencia de las reformas realizadas en el gobierno prusiano por von Stein, debía tomar las riendas de la Sección de Culto y de Educación Pública (Sektion des Kultus und des öffentlichen Unterrichts). Existía una buena razón para que el Barón von Stein se empeñase en que Humboldt era en ese momento la persona adecuada para el puesto. El estado militar prusiano, tal como había sido creado por Guillermo I y tal como había sido engrandecido por Federico II, estaba arruinado y se encontraba en un estado de humillante sumisión a Napoleón. Para salir de esa situación por sus propias fuerzas, según von Stein y sus correligionarios había que realizar profundas reformas, creando espacio para los deseos de libertad que la Revolución francesa había despertado en la burguesía, patrocinando la propia responsabilidad de las personas y de esta forma conseguir para el Estado y la Nación nuevos recursos.

Las teorías del Estado que proponía Humboldt estaban, desde hacía mucho tiempo, en la misma línea. En su tratado de 1792 Ideen zu einem Versuch, die Grenzen der Wirksamkeit des Staates zu bestimmen (Ideas para un proyecto de delimitación de la efectividad del Estado) escribe: 

La auténtica finalidad del hombre —no aquella de inclinación cambiante, sino la que la infinita e inmutable razón le dicta— es la educación máxima y más equilibrada de sus fuerzas para formar un todo. Para esta educación es la libertad la primordial y la más imprescindible de las condiciones. (...) Precisamente aquella, que surge de la unión de la diversidad, es el bien más alto que da la sociedad y esa diversidad se pierde con certeza en el mismo grado en el que el Estado se entromete. De hecho, no son los miembros de una nación los que viven entre sí en sociedad, sino que son súbditos aislados los que se relacionan con el Estado, es decir, con el espíritu que rige su gobierno, de tal forma que la superior fuerza del Estado impide el libre juego de fuerzas. Causas similares producen efectos similares. Es decir, cuanto más interviene el Estado, más semejanzas presentan no sólo los efectos, sino también lo realizado. (...) Pero de aquel que razona así para otros se sospecha, y no sin razón, que desconoce al hombre y quiere hacer de los hombres máquinas.

A favor de la nominación de Humboldt para este puesto, en un momento de cambio radical, hablaba su apoyo insistente a la educación como medio para asegurar una existencia digna para el hombre: 

¿Qué se pide a una nación, a una época, a la Humanidad al completo cuando se le debe mostrar respeto y admiración? Se le exige que la educación, la sabiduría y la virtud que estén bajo su gobierno estén tan extendidas y sean tan fuertes como sea posible, que aumenten de tal forma sus valores internos que el concepto de humanidad alcance un contenido elevado y respetado.

Humboldt dudó antes de aceptar el cargo de Responsable de Educación, ya que no era un puesto de ministro y, por lo tanto, no respondía directamente al rey, sino que tenía el rango de Jefe de Sección y estaba supeditado al Ministro del Interior von Dohna. En primera línea temía no tener la suficiente libertad para la importante tarea que significaba la reforma del sistema de educación. Tras adaptarse finalmente al puesto y sus circunstancias, Humboldt comenzó una frenética y sorprendente actividad reformando, apoyado por sus colaboradores Nicolovius, Süvern y Uhden, con rapidez y profundidad los planes de estudio, la formación del profesorado y los exámenes de las escuelas primarias, secundarias (Gymnasien) y de las universidades. Como culminación de su reforma está la fundación de la Universidad Humboldt de Berlín, de la que dice Berglar: «Nunca más un ministro de educación pudo mostrar una lista de candidatos a profesores con más orgullo.» Entre los profesores más brillantes que pertenecieron a la Universidad en un principio están Friedrich Daniel Ernst Schleiermacher, Friedrich Carl von Savigny, Johann Gottlieb Fichte y Barthold Georg Niebuhr. El plan de Humboldt para la Universidad de Berlín era la creación de unidades de investigación y enseñanza para la relación entre alumnos y profesores. Ambos, alumnos y profesores, debían permanecer libres de exigencias y limitaciones por parte del Estado. Humboldt partía del principio de que las universidades también cumplen las exigencias del Estado siendo responsables de su propio ejercicio, simplemente desde un punto más elevado y con medios que el Estado no podría producir por sí mismo.

Se ha criticado el ideal educativo de Humboldt tomando como base realidades sociales y problemas económicos, puesto que su ideal estaba íntimamente ligado a su existencia de una aristocracia privilegiada y, por lo tanto, prescindía de una universalización de la educación. Sin embargo, él mismo no sólo no habría discutido, sino que habría enfatizado, que su elitista sistema de educación debería adaptarse bajo otras circunstancias. Prueba de ello es —además de otras propuestas para la creación de una sociedad burguesa en la que el aprendizaje durante toda la vida fuera posible— su informe de diciembre de 1809 al rey: 

Existe una cierta cultura que debería ser universal y además una cierta educación del espíritu y del carácter que no deben faltar a nadie. Sólo es un buen obrero, vendedor, soldado u hombre de negocios aquel que es, por sí mismo y sin relación a su oficio específico, un hombre y un ciudadano bueno, decente e ilustrado según sus posibilidades. Dadle educación escolar, lo que sea necesario para ello, así aprenderá más tarde las habilidades específicas de su oficio con gran facilidad y mantendrá la libertad, como ocurre a menudo en la vida, de cambiar de profesión.

Humboldt nunca había renunciado durante su actividad reformadora al propósito de mejorar su puesto en el gobierno para conseguir más independencia y mayor igualad frente a sus colegas del gabinete. Tenía la esperanza de convencer al rey de las ideas de von Stein. Tras reconocer finalmente que no había conseguido nada en este sentido, presentó su dimisión del cargo tras un año de ejercicio, quizás con la esperanza de que fuera un medio de presión final. Se tardó dos meses y medio en aceptar su dimisión, durante los que estuvo en discusión el nombrarlo Ministro de Interior o de Exteriores. Debido a que había unido la aceptación inicial del puesto en Educación con una petición de vuelta al servicio diplomático tras la finalización del servicio, se asoció la admisión de la renuncia con el nombramiento de Enviado Especial y Ministro Plenipotenciario en Viena, en parte para mitigar su desilusión.

Humboldt fue criticado por dejar los cargos que ocupaba en el gobierno. Egoísmo, voluptuosidad, comodidad y arrogancia son algunas de las acusaciones que se le hicieron. En contra hablan el incansable celo que mostraba, también al servicio del Estado, cuando era necesario. Sin embargo, en un punto se mantuvo firme durante todos esos años: su servicio a la comunidad no era incondicional. Cuando las circunstancias políticas amenazaban con atarlo de manos y pies y con alienar su propia imagen, cuando su derecho a cambiar y formar era recortado de forma inaceptable o era puesto en peligro, cuando no veía posibilidad de hacer valer sus convicciones, en ese momento terminaban para él sus obligaciones. ¿Había que esperar otra cosa del gran teórico y practicante de la vida?

Diplomático para la libertad y la paz

Caroline von Humboldt se había quedado en Roma durante la actividad de su marido como reformador de la educación. En el otoño de 1810 se trasladó a Viena, donde se reúne con su marido para llevar una vida social representativa en su casa de la Minoritenplatz. A través de su amigo de infancia, Friedrich Gentz, Humboldt consiguió una visión clara de los objetivos del Ministro de Asuntos Exteriores de Austria, Klemens von Metternich. Así pudo predecir la posición de Austria y comunicarla a Hardenberg en el conflicto de Napoleón con Rusia y también en los comienzos de la guerra de liberación contra Napoleón. Asimismo consiguió por este medio influir en la entrada de Austria en la coalición contra Napoleón —para su biógrafo Scurla, el punto álgido de la carrera diplomática de Humboldt.

Tras la derrota napoleónica, durante el Congreso de Viena y en las negociaciones sobre la Confederación Germánica Humboldt trabajó como la mano derecha de Hardenberg y contribuyó con incontables memoranda al contenido del acta de fundación de la Confederación. El entendimiento con Hardenberg durante esta fase de la reorganización europea no fue duradero, el desarrollo y el resultado del Congreso debieron suponer ya las primeras diferencias entre los dos. El clima del Congreso, impulsado por Metternich, se inclinaba cada vez más por la Restauración, con lo que los principios e iniciativas liberales de Humboldt eran arrinconados, mientras que Hardenberg aceptaba la evolución de los acontecimientos. Tras finalizar las negociaciones, la utilidad de Humboldt en Viena estaba agotada por su enfrentamiento con Metternich.

En 1816 fue enviado a Fráncfort del Meno por un año para cerrar las últimas negociaciones territoriales abiertas en la Confederación Germánica. Seguidamente fue enviado a Londres, lo que equivalía a sacarlo de en medio. Hardenberg había comentado varias veces a Humboldt la posibilidad de que éste pasara a dirigir un ministerio, y Humboldt —casi como condición para hacerse responsable de un ministerio— le había aconsejado una reforma del Consejo de Estado, que equivalía a una estructura de decisión colegial. Hardenberg se sintió atacado en su autoridad y liderazgo por Humboldt y exigió el traslado a Londres de Humboldt, que en 1817 había pasado varios meses en Berlín mezclándose en los asuntos de Estado.

Humboldt aceptó este trato solamente medio año antes de solicitar su renuncia, supuestamente por razones familiares. Hardenberg, que quería mantenerlo alejado de Berlín, denegó la petición y solamente un segundo intento dirigido directamente al rey logró en parte su objetivo: Humboldt fue encargado de nuevo de defender los intereses de Prusia en la Confederación Germánica en Fráncfort. En enero de 1819 le fue ofrecido definitivamente un ministerio y en concreto el de Ständische Angelegenheiten. Bajo otras condiciones se hubiera podido aprovechar la oportunidad para sentar las bases de una monarquía constitucional y solucionar así la promesa de Guillermo III de Prusia de una constitución en el sentido de Humboldt. Esta posibilidad seguramente fue la que le llevó a olvidar la reforma del Consejo de Estado y aceptar la cartera de ministro —a pesar de las reservas de Hardenberg y sin tener en cuenta los planes propios de éste para una constitución. El público interesado, cuyas expectativas se habían despertado ya con la oferta a Humboldt, se alegró de la contestación afirmativa. No obstante, Hardenberg, que quería tener la cosa atada antes de la llegada a Berlín de Humboldt, lo mantuvo ocupado en Fráncfort hasta pasado el verano, antes de solicitar su viaje a Berlín.

Humboldt tuvo que hacerse cargo de sus responsabilidades en el momento más inconveniente para sus intenciones constitucionales. A la vez que se producía su investidura, Austria y Prusia negociaban y firmaban los Decretos de Karlsbad, por los que se preveía la opresión y persecución de ideas liberales en las universidades y en la vida pública. Ciertamente hubo diferentes esbozos de la constitución en la Comisión Constitucional nombrada por el rey, influenciados tanto por Hardenberg como por Humboldt, pero la suerte estaba echada y una evolución política en Prusia estaba impedida por los Decretos de Karlsbad. La lucha de Humboldt, en la que incluso logró ganar para su bando a varios de sus colegas, estaba perdida desde el principio. Su enérgica protesta por las medidas policiales arbitrarias que se llevaron a cabo durante la persecución de demagogos, tuvieron como consecuencia su destitución el 31 de diciembre de 1819, que se tomó con la tranquilidad que le caracterizaba.

Propietario de Tegel

A los 51 años, Humboldt se encontraba en la posición de decidir su propio destino de nuevo. Decidió convertir la hacienda familiar en Tegel en el centro de su nueva vida, aunque de forma que se adaptara a sus gustos e inclinaciones, lejos del Palacio del Aburrimiento de su infancia. El arte y la cultura de la Antigüedad le habían acompañado en su camino y se habían convertido en un criterio importante: a partir de ahora impregnarían también el ambiente hogareño. Como consecuencia se encargó a Karl Friedrich Schinkel el amplio y complejo proceso de remodelación del conjunto, un arquitecto que Humboldt apreciaba desde los días en Roma. El edificio existente fue ampliado con una solución osada, que introducía una fachada con cuatro torres de estilo clasicista y en el interior el espacio necesario, que más tarde llenarían Wilhelm y Caroline de esculturas de mármol y yeso con el paso de los años. Así se creó no sólo una residencia única, sino a la vez el primer museo de antigüedades de Prusia.
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La remodelación se inauguró en octubre de 1824, con la presencia de los príncipes herederos de Prusia y numerosas otras personalidades. La buena cooperación entre Humboldt y Schinkel, que se puso en evidencia en el proyecto, se repetiría pocos años más tarde en la construcción del Altes Museum (Museo de la Antigüedad) en Berlín, en el que Schinkel se encargó de la edificación y Humboldt, como presidente de la Asociación de Amigos del Arte, creada en 1825 para el fomento de las artes y los artistas, de la elección de los objetos de arte. Como consecuencia de la inauguración del museo en 1830, el rey volvió a mostrar a Humboldt su aprecio y le concedió algunas condecoraciones, además de pedirle que participara a partir de entonces en las sesiones del Consejo de Estado. Estaba claro que el rey no pretendía que Humboldt se implicara de nuevo de forma seria en política y éste hizo uso de su lugar de honor de forma comedida.

En 1829, tras la muerte de Caroline, que le había apoyado y reforzado durante toda su vida, se inicia un proceso acelerado de envejecimiento acompañado por síntomas de Parkinson. Sin embargo, a pesar de su viudez, manteniene su ritmo de vida diario en su domicilio de Tegel y dicta todas las tardes un soneto. El del 26 de diciembre de 1834 contiene los siguientes versos:

Ich lieb' euch, meiner Wohnung stille Mauern,             Os amo, callados muros de mi morada,
und habe euch mit Liebe aufgebauet;                           y os he construido con amor;
wenn man des Wohners Sinn im Hause schauet,          si se ve la intención del inquilino en la casa,
wird lang nach mir in euch noch meiner dauern.            perduraré en vosotros mucho tiempo después de mí

Sus herederos — a pesar de todos los cambios que se han producido en los siglos XIX y XX – han contribuido a esta visión de Wilhelm con una perseverancia que merece ser alabada. El palacio se ha mantenido como residencia de la familia y como museo hasta el presente. Es de esperar que tras la restauración en curso (2006) se vuelvan a abrir al público el palacio y los jardines. Con lo que se cumpliría también la dicción de Fontane en su Wanderungen durch die Mark Brandenburg (Excursiones por la Marca de Brandeburgo): 

El famoso par de hermanos, que dan un significado por siglos a este trozo de arena de la Marca y lo convierten en lugar de peregrinación para miles, yacen juntos a los pies de una columna de granito, de cuya altura la Esperanza los observa.

Humboldt como lingüista y pensador

Durante la década y media que Humboldt permaneció en Tegel, su principal ocupación fue la Lingüística. Los materiales necesarios los había reunido en parte él mismo en sus viajes, en parte en su extensa correspondencia y en parte en los descubrimientos de su hermano Alexander. A partir 1827, con el retorno de su hermano a Berlín, éste visita con frecuencia a Wilhelm en Tegel. Tras la muerte de Wilhelm, Alexander, que le sobreviviría más de dos décadas, comentaría en una carta: 

Vio cómo a su lado surgía una nueva ciencia de la lengua, ciencia que él mismo impulsó, una reducción de la variedad de los tipos de lenguas que están fundadas en las características del espíritu humano: abarcando toda la Tierra en esa variedad, estudiando la estructura de cada lengua, como si fuera un único objeto de estudio, (...) era el Inmortal que, no sólo entre sus contemporáneos, había estudiado un mayor número de lenguas; también fue él el que estudió de forma más profunda la relación entre todas las lenguas y su influencia en la formación de la humanidad.

Junto con las lenguas ya mencionadas que aprendió de joven, aprendió inglés, español, vasco, húngaro, checo y lituano. Sus estudios científicos se extendieron a las lenguas indígenas de América, el copto, el antiguo egipcio, el chino, el japonés y el sánscrito. El origen de este impulso investigador era la filosofía antropológica de Humboldt, en la que el lenguaje era la clave de todo:[11] «puesto que el ánima humana es la cuna, patria y hogar del lenguaje, así van desconocidas y ocultas todas sus propiedades a parar a lo mismo». 

En un tratado sobre el carácter nacional de las lenguas se dice entre otras cosas que: «considerando que el lenguaje cuando nombra, de hecho, crea y deja su marca en el pensamiento, el espíritu se introduce, apoyado por la actuación de muchos, por nuevos caminos en la esencia de las cosas. (...) Algunas naciones se contentan más con el cuadro del mundo que les presenta su lengua y sólo buscan en ella más luz, coherencia y armonía. Otras se incrustan más laboriosamente en el pensamiento, creen no poder dar suficiente importancia al concepto, hacerlo adecuado, y descuidan la propia completitud formal. En ambos lenguajes quedan las marcas de esto.»

El entendimiento de forma avanzada entre las personas requiere una lengua común; y eso es según Humboldt el motor y el medio del avance científico: «porque la comprensión no es un encuentro de formas de entender en un punto que no se puede compartir, sino un encuentro de esferas de pensamiento, de las que la parte común coincide y que sobrepasa al individuo. Así se hace posible el avance intelectual de la humanidad, a medida que cada ampliación del pensamiento conseguida puede transmitirse a los demás, sin colocar cadenas en su libertad, lo que resulta necesario para la apropiación de ese conocimiento y para nuevas ampliaciones».

Un encuentro especialmente fructífero de esferas de pensamiento se vivió con los hermanos Humboldt, uno del que se aprovecharía la posteridad. No es de extrañar que Wilhelm, como consecuencia del desempeño de sus funciones, fuera el que mostrara más patriotismo prusiano y que lo echara de menos en su hermano Alexander, que había pasado más tiempo en París, la meca de la ciencia. Pero en el fondo ninguno de los dos era estrecho de miras y en su trabajo científico les unía un planteamiento cosmopolita. De esta forma pueden comprenderse las siguientes frases de Herbert Scurla, que veía un legado común de los hermanos: 

Si queremos nombrar una idea que se haya hecho cada vez más visible a lo largo de la historia; si queremos alguna idea que demuestre la muy discutida, pero aun más veces mal entendida, superación de la humanidad: es la idea de que la humanidad aspira a eliminar las fronteras, causadas por prejuicios y pensamientos parciales, que se han colocado entre los hombres; y tratar a toda la humanidad independientemente de su religión, nación o color como una gran tribu de hermanos, como un todo, cuyo fin es el libre desarrollo de sus fuerzas interiores. Este es el fin último exterior de la sociabilidad y a la vez es la dirección natural del hombre hacia una ampliación indefinida de su ser.

Sus estudios sobre el euskera

Humboldt realizó varios viajes al País Vasco (España) para estudiar el idioma vasco. El primero de estos viajes en 1799, efectuado en compañía de su mujer y sus dos hijos, y de su amigo el pintor Gropius hasta abril de 1800, le dejó una larga impronta. La impresión que Humbolt llevó de este viaje la describe A. Farinelli en su libro "Guillermo de Humboldt y el País Vasco" así:

Algo nuevo se había despertado en la conciencia del sabio: el reconocimiento de su inclinación natural al estudio de las lenguas, fundado en el estudio del carácter y del alma de los pueblos, y la determinación de seguir desde entonces ese impulso interior, concentrando sus fuerzas, enderezándolas a un fin, sin vacilaciones. Le servirá el vascuence como fundamento de sus estudios. El faro de la nueva luz deseada surgirá de aquí. Necesariamente debía investigarse el vascuence para llegar a las primeras fuentes de las lenguas de Europa ... 0212-7016

En abril de 1801 vuelve a Vizcaya "de costa a costa y aldea en aldea ... para oír la voz viva", esta vez lo acompaña su amigo Guillermo Bokelmann y en este viaje consultará obras de José Joaquín de Landazuri, Axular, Antonio Moret, Bourgoing, Dillon o Arnaud Oihenart. Conocería en el transcurso de sus visitas al País Vasco a Juan Antonio Moguel, del que diría que es uno de los lingüistas más doctos de Vizcaya, Pablo Pedro Astarloa, Larralde y al cantante Garat.

Desarrolla y expone la teoría de que "el euskera es la lengua más antigua de Europa" y de que el pueblo vasco constituía el representante lingüístico más antiguo de las poblaciones primitivas de la Iberia precéltica, anterior a las primeras inmigraciones de los arios, se deriva del análisis paciente de los nombres de montañas, ríos, peñas, valles, aldeas, familias, hipótesis con las que coincide con Moguel, Larramendi, Astarloa y Erro en contra de la posición de estudiosos como Menéndez Pelayo o Echegaray.

Sus trabajos sobre el euskera se reflejaron en dos de sus obras:

•          "Berichtigungen und Zusaetze zu Adelungs Mithridates über die kantabrische oder baskische Sprache" (Correcciones y complementos al Mithridates de Adelung sobre la lengua cántabra o vasca), 1817.
•          "Prüfung der Untersuchungen über die Urbewohner Hispaniens vermittelst der Vaskischen Sprache" (Examen del estudio sobre los primitivos habitantes de Hispania a través de la lengua vasca), 1821.

Fue un admirador de la dicha lengua vasca de la que llegó a decir:

“Es una de las lenguas de más perfecta formación, sorprendente por su vigor, la estructura de sus palabras, la brevedad y la osadía de la expresión”.